Como si el ghosting -o el “efecto fantasma”- no fuera suficiente, continuamente se le agregan al listado de nuevas tendencias de citas igualmente frustrantes nuevas modalidades de las que preocuparse. Si bien algunas pueden parecer inocentes, pueden ser tan crueles como quien desaparece en medio de una conversación. En su esencia, los protagonistas de la mayoría de las tendencias a relacionarse sufren el mismo problema: simplemente no son buenos para despedirse.
Las parejas en crisis pueden terminar de diferentes formas: acuerdos, desacuerdos, reclamos, desconocimiento del otro o inseguridades. Quizá la más incomprensible por lo súbito de la conducta es abandonar al otro sin mediar explicación alguna. Así, un conflicto que generalmente lleva tiempo en ser hablado, tratado, con múltiples alternativas de resolución se convierte en un pasaje al acto, que deja al otro preguntándose qué pasó. Porque aunque uno tenga sus razones para irse la forma resulta incomprensible.
Muchas personas se hacen humo con el auxilio de la tecnología, que les evita el mal trago de poner la cara o de tener una conversación que le permita al otro hacer un cierre sanador. Aunque se trate de una relación virtual, el silencio absoluto puede hacerte caer en la trampa de pensar que hiciste algo mal.
Por eso, es bueno tener en cuenta que:
No sos vos; es él o ella
Naufragar en el mar de posibles razones de su desaparición te dejará aún más solo y triste de lo que estás. Si este vínculo no resultó, seguramente haya algo mejor en camino.
No tiene que ver con lo que hiciste (o dejaste de hacer)
Que alguien desaparezca de tu vida no necesariamente responde a tu accionar, sino que puede tener que ver con cuestiones que hacen a la propia vida, a la propia historia o a la estructura psíquica del otro. Quítate cualquier tipo de culpa. Como dice el segundo acuerdo de la sabiduría tolteca, “no tomes nada como personal”.
No hay un problema con vos
Seguro hay muchas áreas en las que podes evolucionar y otras tantas por modificar, pero quien te quiera, te querrá con tus características y con tus imperfecciones. Recordá siempre que sos suficiente, aquí y ahora. Que un fantasma no te haga tambalear en tu valía.
Aceptá tu enojo y tu frustración
Algún día te reirás de este amor fugitivo. No era, claramente, la persona indicada. El o ella se lo pierden.
Podés aprender de lo ocurrido
Es probable que en tu tristeza y enojo hoy no veas nada que rescatar. Seguramente el tiempo te brinde las respuestas: ese ser no era el indicado, te entusiasmaste demasiado pronto y no pudiste ver algunas señales, etc. Lo importante es ver para qué llegó esa persona a tu vida. Siempre las experiencias nos dejan un aprendizaje. No te preguntes por qué te pasó lo que te pasó sino para qué.
No generalices
Que este vínculo haya terminado sin un cierre coherente no te debe hacer pensar que todas las relaciones son iguales y, mucho menos, que toda la gente actúa de una manera tan desconsiderada. Rodeate de personas que sepan ver – y te recuerden a cada instante - el bello ser que sos.
Decidirse por dejar todo sin mediar ninguna explicación requiere en ambas partes (la que se va y la que se queda) pensar en lo sucedido. Seguramente la más perjudicada es la que sufre el abandono: interrogantes, reproches, angustia, bronca, lo que no se pudo decir ni hacer, etc. Además, en otros casos se agrava por la presencia de hijos, deudas, o una economía del hogar que tiene que ser replanteada desde la soledad. En esta etapa la ayuda de familiares y amigos, hasta el escuchar otras historias parecidas ayudan a entender una parte de lo sucedido, aunque la duda quedará ahí, punzando en el pensamiento y las emociones.
Sin embargo, el comportamiento de huida no es una novedad. La historia del que “fue a comprar y nunca más volvió” ha quedado impresa en el imaginario popular. Tanto hombres como mujeres han usado esta manera de esfumarse para escapar de situaciones imposibles de remontar.
Superar una ruptura de pareja es un gran desafío, toma tiempo y requiere de mucha paciencia. Si bien es importante reconocer los problemas fundamentales que conducen a ella, concentrarse en uno mismo y en las necesidades personales puede ser una oportunidad para invertir en el autoconocimiento.
La angustia es un proceso de duelo único para cada individuo. Debido a que el amor es una emoción desordenada, y cada relación es dueña de sus propios recuerdos y sentimientos, el final de cualquier relación será una experiencia irrepetible.
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